A pesar de las investigaciones y de la existencia de muchas teorías de conspiración sobre lo ocurrido, durante todo este tiempo nadie ha podido presentar una explicación verosímil de por qué a Rossini y Miller se les prohibió informar al FBI sobre la llegada de dos terroristas de Al-Qaeda a EE.UU.
«Dijeron que los investigadores no estaban autorizados a saber lo que estaba pasando en términos operativos», añade el exagente. Fue recién en 2004 cuando Rossini contó al FBI lo que había pasado.
Rossini ha confesado que cuando se inició una investigación, no revelaron la información. «Nos pidieron que no digamos nada», admite Rossini. A la pregunta de quiénes fueron, contesta: «La CIA. No puedo dar los nombres. Simplemente en la oficina se entendía que no se podía confiar en ellos, que los investigadores estaban intentando culpar a alguien, poner a alguien en la cárcel», ha contado Rossini al medio.
Rossini y Miller contaron cómo habían averiguado que uno de los futuros autores del ataque, Khalid al-Mihdhar, tenía visados de EE.UU. de entrada múltiple en su pasaporte saudí, pero cuando Miller preparó un borrador del informe para el FBI, un miembro de la CIA de la unidad de secreto máximo le dijo que esperara. Miller y Rossini se vieron obligados a callarse.
Durante todos estos años, Rossini todavía se arrepiente de haber obedecido, según ha revelado a ‘Newsweek’. «Es un dolor que nunca se me va, que me persigue todos y cada uno de los días de mi vida», confiesa Rossini.
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